El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y al pensar sobre qué significa lograr una verdadera igualdad de género, se deben considerar aquellas estructuras culturales y sociales arraigadas e insidiosas que frenan a las mujeres. Todavía queda mucho camino por recorrer para lograr una total igualdad de género, pero también hay esperanza en las historias de mujeres que luchan diariamente por la causa.

Hoy, me adentraré en una serie de entrevistas con trabajadoras del café de cooperativas Fair Trade Certified™ en América Latina sobre sus experiencias con el machismo y hablaré sobre cómo el comercio justo ayuda a las mujeres a alzarse frente algunos de sus efectos dañinos.

Primero, hay que revisar la compleja historia del término machismo. Aunque en los Estados Unidos suele tener una connotación negativa, el término también puede referirse a rasgos masculinos más ''honorables''. En lugar de abordar el machismo de forma despectiva o como un ejemplo de retraso cultural, me gustaría clarificar que en sí el término no tiene un valor positivo o negativo, más bien se refiere a un gran conjunto de normas culturales. A lo largo de mis entrevistas con las trabajadoras del café de comercio justo, he descubierto que utilizaban el término machismo para referirse a un sexismo y misoginia generalizados. Usaré el término machismo tóxico para reconocer la complejidad del término y su posible mal uso.

En la cultura latinoamericana, el machista tóxico, o macho hipermasculino, exige el respeto de sus hijos y de su mujer. Es dominante a nivel físico, es capaz de beber y pelear más que sus compañeros, y se enoja con facilidad. El machismo tóxico se basa tanto en estereotipos masculinos como femeninos: de la esposa de un machista se espera que sea servil y leal, capaz de aguantar los arrebatos de su marido y de amarle a pesar de todo (fuente). El estereotipo tiene correlación con un problema real en Perú: el país contó con casi 150.000 informes de violencia doméstica en 2016, y de los 121 homicidios de mujeres reportados en 2017, el 80 por ciento de los victimarios eran hombres que conocían personalmente a su víctima. Estas cifras reflejan solo una pequeña fracción de hechos reales de violencia, según sugiere una encuesta de 2017, que encontró que menos del 30 por ciento de mujeres en Perú informaron violencia cuando ocurrió por miedo a mayor violencia o recriminación.

Estos efectos se manifiestan en la vida cotidiana de mujeres alrededor del mundo y con frecuencia surgen en las conversaciones con trabajadoras del café en fincas Fair Trade Certified en Perú. Paula Chavez, presidenta de la cooperativa de café ASPROAGRO, dice: "Antes del comercio justo, como mujeres, no participábamos de ninguna reunión. Solo los hombres se involucraban. Las mujeres eran responsables de buscar a los niños, y los hombres no nos tenían demasiada fe. Había un poco de machismo. Quienes estaban a cargo, quienes tomaban las decisiones, eran los hombres".

Mujeres en el trabajo
Luz Marleni Mendoza (centro) cuida los semilleros de café de la familia junto a sus dos hijas.

Las cooperativas Fair Trade Certified deben adherirse a estrictos estándares, que exigen una representación de género proporcional en los comités de trabajadores, para que así las mujeres tengan la misma voz en todos los niveles, generando de esa forma canales para que mujeres como Paula superen la discriminación de género.

"Las mujeres hoy están involucradas en estos procesos", afirma. "Compartimos el trabajo de cuidar la granja. Las niñas están siendo educadas. Ahora continúan su educación después de la secundaria, tienen profesiones”.

En 2015, las Naciones Unidas establecieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que planifican qué se debe hacer para lograr un futuro mejor y más sostenible para todos. Fair Trade USA® contribuye al progreso (entre otros objetivos) hacia el ODS 5, relativo a la eliminación de la desigualdad de género, de varias formas clave: los estándares de comercio justo prohíben la discriminación y el acoso sexual en el lugar de trabajo, requieren capacitaciones en el lugar de trabajo sobre acoso sexual e igualdad de género en plantaciones y fábricas, e implementan mecanismos de queja donde trabajadoras y trabajadores puedan denunciar incidentes de acoso o discriminación.

Además, cada taza de café de comercio justo que usted compra entrega Fondos de Desarrollo Comunitario a las cooperativas que los comités asignarán a proyectos de su elección en función de la votación. Mujeres como Paula aprovechan estos fondos en sus comunidades para promover la igualdad de género. Algunas cooperativas han utilizado los Fondos de Desarrollo Comunitario para establecer talleres de igualdad de género y así educar a sus miembros, mientras que otros ofrecen préstamos de bajo interés para ayudar a las mujeres emprendedoras a lanzar sus propios negocios.

Esperanza Dionisia, directora general de la cooperativa PANGOA de Perú, afirma: "Con el comercio justo hemos logrado crear un comité de mujeres que se dedica a la formación y educación sobre autoestima, atención sanitaria preventiva, así como a la cría de pequeños animales como gallinas y cobayas para que las mujeres aumenten sus ingresos cuando se les acaba el dinero del café. Hay mucho machismo en nuestra sociedad. De esta manera, las mujeres tienen su propia fuente de ingresos".

María y su hijo
María Elva Correa Torres, de 40 años, teje una alforja o bolsa de mercado, dentro de su casa junto con Yerson, su hijo de cuatro años.
Pulgares hacia arriba
"Antes, las mujeres eran silenciosas y reservadas, pero desde que Cafe Femenino se puso en marcha, ¡nos han superado a nosotros los hombres!", dice Helbert Valenzuela, presidente de la cooperativa ASPRO. "¡Ahora son ellas las importantes!"

Isabel Uriarte, otra trabajadora del café de comercio justo en Perú, fundó una cooperativa de café exclusivamente femenina llamada Café Femenino para ayudar a sus compañeras en la industria del café, y su trabajo pionero inspira a otras mujeres a crear sus propias empresas.

“Veía todos los beneficios que mis vecinas estaban alcanzando a través del programa Café Femenino y decidí unirme”, dice María Elva Correa Torres. "Con el dinero del Fondo de Desarrollo Comunitario, planeo comenzar una pequeña empresa vendiendo alimentos en el mercado de los domingos".

Empoderar a las trabajadoras tiene un efecto dominó, ya que inspira a otras mujeres a perseguir sus sueños y mejorar sus vidas. Juntas, mujeres de todo el mundo demuestran que es posible sobreponerse a las normas culturales opresivas y prosperar.

Usted puede aportar a que esto siga avanzando comprando café, chocolate, productos, ropa, artículos para el hogar y otros productos Fair Trade Certified con la certeza de que su compra ayudará a empoderar a mujeres en todo el mundo. Consulte nuestras guías de compras de comercio justo para obtener ideas sobre cómo y dónde comprar, y regístrese para recibir nuestros correos electrónicos y donar, para que sigamos llegando a más mujeres en el mundo.

María Sabina Hernández Cueva, de 52 años, sonríe en las afueras de su casa
María es madre de dos hijos y presidenta de Café Femenino, una selecta marca de café hecho solo por mujeres. “Antes, a las mujeres nos avergonzaba hablar, preguntar, dar nuestras opiniones”, dice. "Ahora conocemos nuestros derechos y el machismo ha disminuido. Es difícil de erradicarlo por completo, pero las cosas han cambiado drásticamente".